Tips de un carpintero para pescar
¡Hola amig@! Espero que te
encuentres increíble el día de hoy, bendecido con tu familia. Aún en medio de
la adversidad en un mundo cubierto por tinieblas es increíble ver cómo la luz
de Cristo alumbra los hogares donde en nombre de Dios es invocado. No conozco
tu caso específico, pero si conozco una verdad espiritual que es ley sobre todo:
Jesús es Rey. Tal vez estés padeciendo necesidad económica, tal vez un familiar
tuyo contrajo coronavirus, o tal vez la tentación y la soledad por el encierro
comienzan a ahogarte. Si te sientes cansado o débil, Apocalipsis 3:8 es para
ti:
Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta
abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque
tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
Esa puerta abierta es la entrada
a la comunión con el Espíritu Santo, y la crisis que estás pasando jamás podrá
cerrarla. Aun en medio de debilidad y tribulación el mundo necesita ver una
iglesia que no está intimidada y paralizada, sino que guarda la Palabra y con sus
acciones proclama el nombre de Jesús. Este es el tiempo en que, como escribió
Pablo, la comunión del Espíritu Santo sea con todos nosotros más que nunca.
Quiero llevarte a Lucas 51:1-11.
En este pasaje leemos el reclutamiento de Pedro, Juan, y Jacobo. Si me
acompañas, me gustaría analizar este capítulo que encierra algo más que el
versículo de ser pescadores de hombres. El capítulo abre mostrando a Jesús
compartiendo a una multitud que comenzaba a apelmazarse contra él en la orilla
del mar. Jesús entonces ve dos barcas y le pide a Pedro, dueño de la barca, que
le permitan subir a su barca para compartir. Te muestro el versículo 3:
Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco;
y sentándose, enseñaba desde la barca a
la multitud.
¡Que palabra tan fuerte, rogar!
En los evangelios nunca verás a Jesús rogando a un hombre más que en este
pasaje. Jesús rogaba al Padre, pero esta fue la única ocasión registrada en que
rogó a un hombre. Por los versículos más adelante sabemos que Pedro y compañía habían
estado toda la noche intentando pescar sin éxito. No sé tú, pero si yo hubiera
estado toda la noche trabajando arduamente para conseguir algo, y sólo hubiera
visto fracaso, no estaría muy de buenas. Sin embargo, en Jesús ardía el amor
por las personas que necesitaban escuchar el mensaje. Nosotros somos Pedro y la
barca es nuestra vida. Jesús anhela estar en el centro de nuestros corazones, y
de ahí hablar a través de nosotros a los que nos rodean. Yo creo que Pedro no
estaba muy convencido de la idea, por lo que Jesús tuvo que rogarle. ¡Que feo
que el Espíritu Santo muchas veces tenga que insistir una y otra vez en lo que
quiere que hagamos, y nosotros respondamos con indiferencia! Muchas veces
condicionamos nuestro servicio a Jesús a la emoción del momento, a la
circunstancia que nos rodea, o a la condición económica que tenemos. Este es el
tiempo en que debemos volver nuestros corazones sensibles a su voz, y dejar que
nuestras vidas sean esa barca desde la cual Jesús pueda tocar el corazón de las
personas, sin importar que estemos atravesando una noche sin pescar un solo pez.
Pasando a los versículos 4-6,
dice lo siguiente:
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad
vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche
hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran
cantidad de peces, y su red se rompía.
El versículo abre con cuatro palabras
que detonaron lo que siguió: “Cuando terminó de hablar.” Jesús tenía
una prioridad y era comunicar que el reino de los cielos se acercara. Esto no
significa que no amara a Pedro, Él ya sabía que lo iba a llamar para que fuera
su discípulo. En Jesús todo tiene un tiempo perfecto, nunca obra temprano ni
tarde, siempre en el momento perfecto. Pedro no pudo ver el poder de Dios
manifiesto en su vida hasta que Jesús terminó de compartir sentado en su barca.
Muchas veces permanecemos atorados en cierta etapa de nuestra vida esperando a
que Dios manifieste su poder, y nos olvidamos de lo que Jesús quiere dar a
otros a través de nuestra vida. Tenemos que aprender a tener discernimiento de
los tiempos del Espíritu Santo en nuestra vida, aprendiendo a fluir en los procesos
en que Él nos introduce. Al final, todo funciona a nuestro favor, aún si en
este momento tienes tu red vacía.
Traducido a lenguaje actual, lo
que Jesús hizo fue como si un estudiante de derecho viniera y me dijera cómo
reparar una máquina de anestesia a media cirugía. Yo muy probablemente le daría
su avión jajaja, porque no es su campo de experiencia, es el mío. Jesús era
carpintero, y estoy seguro que era el mejor, pero no creo que la pesca fuera su
especialidad. En ese tiempo cada hombre aprendía su oficio de su padre o del
hombre que lo instruía, por lo que es seguro que así como el papá de Jesús era
carpintero, el papá de Pedro era pescador. Pedro pudo haber dicho, “¡Tú no vas
a enseñarme a hacer mi trabajo!” Para hacerle caso a Jesús tuvo que romper los
esquemas en su mente de que él sabía cómo hacer las cosas, y tener la humildad
de escuchar a Jesús. El cristianismo no es un ejército que se guíe por antigüedad,
sino por el nivel de relación con el Espíritu Santo. Muchas veces rechazamos el
consejo de otros por tener menos tiempo en el evangelio, o porque los
consideramos como no aptos para decirnos que hacer. Intentamos cambiar a
nuestra familia siguiendo nuestros estándares en vez de seguir el plan de
batalla de Dios. Muchas veces preferimos a aferrarnos a nuestros métodos,
nuestras maneras, e ignoramos la voz del Espíritu Santo dándonos la clave para
llenar nuestra red de peces. En el proceso nos frustramos y a veces hasta llegamos
a culpar a Dios. Lo mejor es tener oídos abiertos para escuchar lo que él tiene
que decirnos, y dejar que él sea el capitán de nuestro barco.
Para cerrar quiero pasar al
versículo 11:
Y cuando trajeron a tierra las
barcas, dejándolo todo, le
siguieron.
Tres versículos antes Pedro estaba
cayendo de rodillas delante de Jesús, reconociendo su condición y recibiendo el
llamado a ser pescador de hombres. Sin embargo, el momento de la decisión de
seguir a Jesús no fue estando en el mar, sino cuando la barca tocó tierra. Estando
en el mar, en la barca, no había mucho a donde ir. Era Pedro, Jacobo, Juan, y
Jesús en una barca llena de peces en medio del mar. Todos los peces carecían de
valor para estos hombres hasta que tocaran tierra para venderlos. Al tocar
tierra estos pescadores de oficio tuvieron que tomar una decisión: quedarse con
los peces que el mismo Jesús les había dado, o seguirlo a Él. Yo creo que Jesús
de cierta manera los estaba probando, para ver que ellos realmente buscaban
seguirlo a Él, y no lo que Él podía darles. Al escoger seguir a Jesús y dejar
la barca llena de peces, estos hombres estaban declarando de manera pública que
para ellos lo importante era la persona
de Jesús, no lo que podían recibir de él. Muchas veces Dios hace lo mismo
con nosotros, nos da lo que buscamos o necesitamos, y emocionado espera a ver cuál
es nuestra reacción: agradecidos irnos a vender los peces al mercado, o
seguirlo a él dejando una barca de peces llena. Jesús espera que nosotros le
amemos y sigamos por quién Él es, no por lo que puede darnos. Tristemente
muchas veces vemos al Espíritu Santo como un medio para un fin, cuando lo más
importante es su persona. Es tiempo que se levante una generación que ame más a
Jesús que a los peces que Él le ayudó a pescar, una generación que sepa
levantar una adoración independiente de sus circunstancias, de si tiene redes
llenas o redes vacías. Es tiempo de enamorarnos del Espíritu Santo, y aprender
a seguir su voz, no por los peces que conseguiremos al seguir su Palabra, sino
por la revelación que tiene de su persona.
Como dije al iniciar el blog, no
conozco la situación que puedes estar atravesando. Tal vez llevas más de una
noche con redes vacías, semanas, meses, tal vez incluso años. Tal vez tu noche
ya duró demasiado, pero quiero decirte: Jesús tiene un plan contigo. Él quiere
subir a tu barca, e impactar la vida de los que te rodean. Naciste para
trascender y tocar a tu familia, comunidad, ciudad, y nación. Jesús sabe que
tus redes están vacías, Él lo sabe. No estás solo en esta situación, sino que
el Espíritu Santo está contigo, siempre. El que se une al Espíritu Santo uno es
con Él. Estoy seguro que en su momento tus redes se llenaran y tendrás que
compartir la bendición con otras barcas para la gloria de su nombre. Cuando lo
haga, sólo recuerda: lo importante no es la barca llena de peces, ES SU PERSONA. Te bendigo y declaro que
la comunión del Espíritu Santo es contigo esta semana, sigue adelante, Dios
tiene algo increíble para ti.
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