Identidad en Cristo

¡Hola amig@! Es un placer saludarte en este viernes 2 de noviembre, ya listos para disfrutar del fin de semana. En estas fechas tan alusivas a la muerte y la oscuridad es cuando más tenemos que ser una luz resplandeciente en nuestra sociedad. Mateo 5:14 dice "Vosotros sois la luz del mundo;" Cuando digo esto no te digo que vayas con el primer niño que te encuentres en la calle, le quites su bolsa llena de dulces, y le des una exposición de las oscuras raíces de estas fiestas, sino que compartas y des del mismo amor que Dios te ha dado. Sólo el amor de Dios a través de nosotros es el que puede abrir y tocar los corazones de las personas. 



Creo que el miércoles pudimos ver perfectamente la grandeza, pureza, y magnitud del amor que Dios nos tiene a ti y a mí. Cuando uno se da cuenta de lo grande y maravilloso que es Su amor no queda otra opción que rendirse y enamorarse de Él. Ahora si, llegamos al punto con el cual quiero cerrar el tema del amor de Dios: Su paternidad. Antes que ser el Todopoderoso, Rey de Reyes, Alfa y Omega, Dios ha sido un padre para la humanidad. Él es la figura perfecta de la paternidad. La parábola del hijo pródigo en Lucas 15:11-32 servirá perfectamente para ilustrar este punto (léela antes de continuar). El padre del hijo pródigo estaba angustiado por su hijo perdido y se gozó grandemente cuando su hijo volvió; Dios actúa de la misma manera con nosotros: hizo todo a su alcance para rescatarnos y cuando finalmente volvimos al hogar, no le importó lo que hubieramos hecho, sino que nos recibió con los brazos abiertos. En lugar de condenar o señalar nuestras fallas (decirnos un "te lo dije"), simplemente nos abrazó, nos dio amor, y nos llevó de vuelta al hogar, a Su intimidad. Nos dio algo que la humanidad había perdido desde que Adán y Eva cayeron en el Edén: identidadSalmos 2:7 dice, "Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres túYo te engendré hoy."  Romanos 8:15 dice que tenemos "el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" La paternidad de Dios siempre vence la orfandad y la falta de identidad y propósito en el ser humano. Vamos a ver tres de las varias cosas que vienen cuando abrazamos la paternidad de Dios y vivimos con una identidad de hij@ suy@. 

La primera que vamos a ver es sentirse amado y aceptado en Dios. Efesios 1:6 dice, "para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado." Ya no dependemos de lo que otros dicen para sentirnos amados y aprobados. Ya no tenemos que pertenecer a un grupo para tener una identidad o un sentido de pertenencia. En vez de eso, es el infinito amor de Dios el que llena ese vacío totalmente, dándonos seguridad y confianza sobre quiénes somos y quién es nuestro Padre. Con todo y tus errores y defectos Dios te ama y te anhela celosamente (y por eso mismo es que quiere que seas transformado). Juan 15:9 dice, "Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor." Nuevamente es el amor de Dios el que inunda nuestro ser, ahogando toda duda e inseguridad. Es del corazón de Papá que viene nuestra seguridad de quiénes somos, no de lo que los demás dicen de nosotros. ¡Rebajarte a depender de lo que dicen los demás para formar tu identidad es rechazar lo que Dios dice de ti como su hij@! 

Otra cosa que viene con la identidad de hijo es autoridad. Regresando a la parábola del hijo pródigo en Lucas 15, el versículo 22 narra como el padre ordena a los criados, "Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies." En la antigüedad los anillos se usaban como símbolo de autoridad para sellar cartas o documentos, lo que les daba validez. El hijo pródigo probablemente perdió su anillo en alguna apuesta o mala inversión cuando se fue de la casa del padre. De la misma manera, el hombre perdió su autoridad, dada por Dios (Gen. 1:28-30), cuando comió del fruto prohibido. Al hacer esto renunció a su identidad entregándole esa autoridad al diablo. Tuvo que venir Jesús mismo a recuperarlo en la cruz por medio de su muerte. Juan 1:12 dice, "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios." ¡El ser hij@ de Dios no es cualquier cosa! 

Finalmente, cuando aceptamos nuestra identidad como hij@ de Dios, abrazamos Su plan y propósito para nuestras vidas. Efesios 1:11 dice, "En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad." Desde antes que el mundo fuera creado Dios ya tenía un propósito para tu vida. Al pecar rechazamos el plan de Dios y nos salimos del propósito por el cual nos creó. Cuando la gente está alejada de Dios y de la identidad que Él ofrece, esta vive una vida sin sentido y significado. Sin embargo, ahora que somos hijos, ya no vagamos por la vida sin destino ni propósito, sino que ahora vivimos para cumplir los sueños y planes de nuestro Padre. Realmente el aceptar el regalo de vida eterna de Dios y abrazar la identidad de hij@ es solo la punta del iceberg de lo que realmente se trata la vida cristiana. Para terminar, te haré una pregunta: ¿Has abrazado ya la identidad de hij@ de Dios? Es posible vivir como pordiosero en la casa del Padre, te lo digo por experiencia. Si no lo has hecho te animo a que hagas una oración y le pidas a Dios que te de una identidad de hij@. Si ya lo has hecho, prepárate porque si Dios se atrevió a salvarte, ¡Él se atreverá a usarte! ¡Nos vemos el día lunes!

Comentarios

  1. Qué increíble que puedas compartir todo esto, Amigo. La más grande necesidad que todos tenemos es de sentirnos amados por alguien, y es solamente en el enorme amor de Dios en donde encontrarenos la verdadera felicidad,
    un futuro y una esperanza para siempre. Algo que nada en el mundo nos podrá garantizar.
    Que Dios te bendiga.

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