Perder para ganar
¡Que tal, amig@! Me gozo de que estés visitando el blog en este 6 de
diciembre. Estas dos semanas pude comprobar la veracidad de 1 Samuel 2:30, en
donde Dios dice, “…Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y
los que me desprecian serán tenidos en poco.” Hoy en día el ser
cristiano (de verdad) es algo para valientes. Muchas veces el ser íntegros y de
limpia consciencia delante de Dios es tonto o ridículo para el mundo. Quiero
decirte algo: Nada de lo que puedas lograr te va a llenar tanto como saber que
tu vida le da placer a Dios. SI TIENES EL CORAZÓN DE DIOS Y SU PRESENCIA EN TU
VIDA, TODO LO DEMÁS PASA A SEGUNDO PLANO. Una vida rendida a Dios como
sacrificio santo y agradable es difícil, pero vale totalmente la pena.
Hoy quiero hablarte sobre el gran poder que te da rendirte a los pies de Dios.
¿Suenan como dos cosas opuestas cierto? Sin embargo, es a los pies de Dios que
nuestra fuerza se vuelve ilimitada. No en vano 1 Crónicas 16:11 dice, “Buscad al SEÑOR y su fortaleza; buscad su
rostro continuamente.” En Jesús es donde encontramos todo lo que
necesitamos, y nada nos falta si Él está en nuestras vidas a donde quiera que vayamos.
Por eso es que nuestra vida tiene que estar basada en Dios; Él nunca cambiará
ni dejará de Ser, lo que nos da seguridad como sus hijos. El problema surge
cuando una vez más, intentamos vivir el cristianismo a la Frank Sinatra, “a mi
maneraaaa.” Dios no puede estar con gente soberbia que cree que en sus propias
fuerzas puede darle sentido a su vida. Santiago
4:6 dice, “…Dios resiste a los soberbios,
y da gracia a los humildes.” El primer paso para tener la victoria es
rendirse incondicionalmente a Dios, porque sólo en Él podemos tener la victoria
en este mundo. 1 Juan 5:4-5 dice, “Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree
que Jesús es el Hijo de Dios?” Jesús pone todos los días a nuestro alcance Su
victoria que obtuvo en la cruz. Lo único que tenemos que hacer es aceptar
nuestra total dependencia de Él. Colosenses 2:9 dice, “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.” En
Jesús está todo lo que podríamos desear: amor, paz, gozo, felicidad,
realización, etc. Dios siempre te va a dar mucho más de lo que tu pudieras ser
capaz de rendir a Sus pies. Con Dios lo ganamos todo, pero primero tenemos que
perderlo todo.
Santiago 4:7 dice, “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.”
En nuestras propias fuerzas somos incapaces de poder vencer el pecado. Cuando
vamos ante Dios, nos rendimos delante de Él, y admitimos nuestra necesidad de
Su Espíritu, entonces Dios derrama de Su gracia para que podamos tener victoria
sobre el pecado. Muchas veces cometemos el error de pensar que solo por decir “no”
al pecado no pecaremos. Es sólo por medio del poder de Dios, la gracia, que
podemos vivir como Él nos ha llamado a hacerlo. Filipenses 2:13 dice, “porque Dios es el que en vosotros produce así
el querer como el hacer, por su buena voluntad." Cuando te rindes a
los pies de Cristo y te expones a Su luz, tu “yo” pecaminoso muere mientras que
Cristo en ti crece. Esto es lo que te permite vivir en santidad, una comunión directa y constante con Dios,
no leer mil capítulos de la Biblia (que es muy bueno), o ir a la iglesia cada
domingo (si, te tienes que congregar). Te explico por qué: cuando estás en
comunión constante con el Espíritu Santo, te haces sensible a Su persona. 2
Corintios 2:14 dice, “Pero el hombre
natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura, y no las puede entender, porque
se han de discernir espiritualmente.” Su presencia te embarga tanto que
te das cuenta inmediatamente cuando estás en peligro de contristarlo y te alejas
del pecado. Haces cualquier cosa con tal de poder agradarle a Él, sin importar
lo que te pueda costar a ti. El rendirte a Dios te da una sensibilidad
espiritual para que puedas alejarte del pecado, y llevar la vida que Dios te ha
llamado a tener.
Cuando nos rendimos a Dios, dejamos que Él tome todas las decisiones en
nuestra vida, sabiendo que su voluntad para nosotros es buena, agradable, y
perfecta (Romanos 12:2). Esto trae una ventaja inigualable: Dios pelea las
batallas que nosotros no podemos, y cuida de nosotros siempre. Isaías 43:1
dice, “Ahora, así dice Jehová, Creador
tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te
puse nombre, mío eres tú.” Dios siempre cuida de Sus hijos, sin importar en
qué circunstancia estén. Dios interviene en los problemas de las vidas que le
fueron rendidas. Tanto al cristiano como al inconverso se le vienen los
problemas encima durante toda la vida. Lo que marca la diferencia es que el cristiano
tiene al GRAN YO SOY con él para atravesar esos momentos. Isaías 41:10 dice, “No temas, porque yo estoy contigo; no
desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia.” El problema es cuando vivimos
por nuestra cuenta, para nuestros propios fines y planes, y pasa algo malo, entonces
le reclamamos por su falta de protección y/o bendición. Él quiere protegernos,
y sabe lo que es mejor para nosotros, qué es lo que realmente nos hará felices.
Precisamente por eso es que le pide a cada ser humano que le rinda su vida,
para poder darle identidad y propósito. Dios es un verdadero caballero que no
va a obligarte a rendirle tu vida, ni a dejar que Él tome el control.
Muchas veces creemos saber lo que es mejor o lo que más conviene, pero Dios
piensa de una manera muy distinta. Isaías 55:9 dice, “Como son más altos los
cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos.” No puedes llevar una vida media
rendida a Dios. Muchas veces le pedimos a Dios que nos hable y dé dirección,
pero cuando Dios dice algo que no va de acuerdo a nuestro plan, lo ignoramos o
obedecemos a medias. No tiene sentido escuchar la voz de Dios si no estamos
dispuestos a obedecer. Para cerrar por el día de hoy, piensa qué áreas de tu
vida aún no le has entregado a Dios, y pídele que tome el control total de tu
vida, sin importar los cambios que ello involucre. ¿Qué te importa más: vivir “tu”
vida vací@ y sin rumbo, o ser pleno y feliz como solo Dios puede hacerte? No
intentes ganar, ¡ríndete a Él!
Comentarios
Publicar un comentario