Rompiendo moldes
¡Hola amig@! Espero que en este lunes
20 de noviembre de 2017 te encuentres feliz y descansando con tu familia. El
sábado pasado tuve la oportunidad de asistir a Transformados, un congreso de la
iglesia Gente Nueva en Tlalnepantla. La presencia de Dios descendió tan fuerte
y se sentía Su mover sobre el auditorio. Las pláticas fueron de enorme bendición
y aparte Dios me dio un hermoso regalo allá. Mateo 7:8 dice, “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque
todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le
abrirá.” Dios ve el hambre en tu corazón y eso es lo que provoca el cielo a
bajar a la tierra. El Espíritu Santo jamás dejará esperando a un corazón que está
desesperado por su presencia. Otro pasaje dice que el Padre recorre la tierra
buscando adoradores que adoren en espíritu y verdad. Creo que sin lugar a dudas
algo grande viene para México y para nuestra generación, y es nuestra decisión
si nos subimos a la marea de avivamiento que esta comenzando a golpear a México.
Hoy que celebramos el aniversario
de la Revolución Mexicana me gustaría hablar exactamente sobre eso: una
revolución espiritual. Jesús dijo en Lucas 12:49, “Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?”
Jesús vino y causó una revolución que afectó la historia y la eternidad
misma. Él puso los sistemas religiosos establecidos de cabeza, volvió locos a
los gobernantes, sanó miles de enfermos, y transformó totalmente su generación
antes de morir en la cruz por nuestros pecados. Quiero que te fijes que Él no
decía, “acércate al reino de los cielos,”
sino “el reino de los cielos se ha
acercado.” ¡De eso se trata una revolución y un avivamiento! Tú, habiendo
sido predestinado por Dios para ser su hij@, llegaste a la tierra con un
propósito: provocar una revolución espiritual en tu familia, en tu ciudad, y en
tu generación. Ser hijo de Dios NO es ir a la iglesia, calentar una banca, y
encerrarte dentro de cuatro paredes (tu cuarto o tu iglesia). ¿De qué sirve un cristiano
que no puede impactar su entorno, o peor aún, que se deja moldear por él? Si te
fijas la iglesia del libro de Hechos tenía influencia en TODAS las áreas de la
sociedad, no sólo dentro de las cuatro paredes de la iglesia. Mateo 5:13 dice, “Vosotros sois la sal de la tierra (no de
la iglesia); pero si la sal se
desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser
echada fuera y hollada por los hombres.” Una iglesia que no provoca una
revolución y un cambio en su ciudad es una iglesia que, siendo optimista, está
dormida. Yo no logro creer como algunas iglesias se encierran en su mundito de “santidad”
en lugar de salir y golpear las calles con la salvación y el poder del
evangelio. Mejor los incrédulos tienen organizaciones que ayuden a los huérfanos,
viudas, y pobres que la misma iglesia. Leemos la Biblia mil y un veces, ¡y no
hacemos nada de lo que leemos! Mucha gente ora prácticamente así, “Dios, por
favor trae a los perdidos a la iglesia sin que tenga que pararme de mi banca y
salir a las calles. Detén la inseguridad y el crimen que está tan fuerte en el
país, ¡pero yo no planeo ir a esa parte peligrosa de la ciudad a evangelizar
eh! Convierte por favor a mis compañeros de escuela, que te conozcan como Padre
(va a la escuela y se comporta exactamente como uno de ellos). Salva a mis
familiares que no te conocen Señor, que lleguen a ser salvos (pero se pelea con
media familia, es grosera y egoísta).” La iglesia vive en una feliz mediocridad
general, creyendo que leer la Biblia, orar, e ir a la iglesia lo son todo. Son
importantes, pero repito, ¿de que sirve todo eso si no estás causando un impacto
y una revolución en tu entorno? Oramos y queremos que la situación de nuestra
familia, nuestra ciudad, y nuestro país cambie, pero permanecemos encerrados en
nuestras casas en lugar de salir a pelear. Los avivamientos no se oran, ¡se provocan!
Quiero hablarte rápidamente de 3
armas principales que Satanás usa para mantener a la iglesia apagada y fuera de
combate, así como la manera de combatirlas:
1. Miedo
Si hay algo que puede mantener a
una generación de jóvenes en la iglesia es el miedo y la intimidación que este
provoca. Hoy en día todo el mundo esta programado para atacar, criticar, y
derribar a aquellos que hablen algo opuesto a su sistema de valores y de pensamiento.
El miedo a esto paraliza generaciones completas, llevándolas a un punto de quiebre
donde no tienen de otra mas que encerrarse dentro del tempo o auditorio. Esto se rompe teniendo una identidad firme de
hijos en el Padre. Romanos 8:15 dice, “Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba,
Padre!” El saber quiénes somos en Dios rompe todo miedo al mundo y su intimidación.
Cuando sabes de quién eres hijo, sabes que clase de poder y respaldo esta sobre
ti y por lo tanto no te ves intimidado por lo que vean tus ojos.
2. Falta de visión
Esto sucede por no tener claro el
llamado que Dios ha hecho a esta generación de levantarse en fe. Muchas veces
como cristianos e iglesia estamos persiguiendo nuestros propios sueños y agenda
en lugar de concentrarnos en lo que Dios quiere hacer en este tiempo con nuestras
vidas. La falta de visión es la razón por la que las iglesias no crecen o peor
aún, cierran porque no hay gente, ya que no tienen un frente de combate definido,
y, por lo tanto, golpean al aire sin marcar la diferencia. Esto cambia cuando
como individuos ponemos la mirada en Jesús y lo seguimos a donde sea que Él
vaya. Hebreos 12:2 dice, “puestos los
ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” Cuando tienes tu mirada
fija en tu propósito, sabes a donde tienes que llegar y que sin importar lo que
pueda pasar Jesús estará contigo a lo largo del camino, llenándote de su Espíritu
para lograrlo.
3. Conformismo
De las tres esta es la más
peligrosa porque es la más sigilosa y llega a atacar precisamente cuando las
cosas parecen ir mejor que nunca. Cuando vemos que finalmente logramos llevar a
alguien a la iglesia, que alguien de la familia o de la escuela se convirtió, o
que la iglesia alcanzó un nivel estable de congregantes, nos recostamos en una
hamaca, y nos tomamos un refresco, creyendo que ya hemos hecho suficiente. Nos
vemos entonces sumergidos en una apatía espiritual en la que creemos que el
nivel que hemos alcanzado es “suficiente.” El problema es que, así como el agua
estancada comienza a llenarse de hongos y bacterias, también un joven o una
iglesia que se conforma y se queda inmóvil es presa fácil y comienza a pudrirse
de adentro hacia afuera. Eso se previene teniendo hambre y desesperación por la
presencia y voluntad de Dios. Salmos 42:2 dice, “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿cuándo vendré y me
presentaré delante de Dios?” Con Dios siempre va a haber más de Su
presencia, de su Espíritu, y de su poder, pero es para aquellos que estén hambrientos
y quieran más de Él. Dios no se fija en tus cualidades, en tus aptitudes, o en
tus conocimientos, sino en la disposición de tu corazón a seguirlo a donde sea
que Él te mande.
Uno de mis versículos favoritos es Hebreos
12:29 que dice, “porque nuestro Dios es
fuego consumidor.” Tu ADN espiritual no es uno apático o débil, sino uno explosivo
que transforma los ambientes y que marca una diferencia. Juan y Pedro dijeron ante
el concilio en Hechos 4:20, “porque no
podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” Había algo dentro de
ellos que los llevaba a ir fuera de la iglesia y comenzar a revolucionar las
calles, primero de Jerusalén, y luego del resto del mundo. Ese “algo” es nada
mas ni nada menos que el Espíritu Santo, Dios mismo dentro de ellos. Hechos 1:8
dice, “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Es imposible pensar que
lograremos transformar nuestras ciudades sin el poder y el respaldo del Espíritu
Santo. Él es el que, si tu estas dispuesto, puede fluir a través de ti para
transformar y revolucionar ciudades enteras. Para cerrar ora al Espíritu Santo
y pídele que te llene y te use para transformar tu familia, tu iglesia, tu
ciudad, y tu país. Romanos 8:19 dice, “Porque
el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos
de Dios.” Tu familia, tu iglesia, tu escuela, tu ciudad, y tu país te
necesitan. ¿Estás listo para ser un revolucionario de tu generación?
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