Rendirse por Amor

¡Hola amig@! Es un gusto poderte saludar este lunes 13 de noviembre, ya cada vez más cerca del fin de este grande y maravilloso 2017. Realmente conforme se acerca más y más el fin del año me doy cuenta de cuantas experiencias me permitió Dios tener, y las bendiciones que Él derramó sobre mí en el Lagar. Salmo 145:9 dice, “Bueno es Jehová para con todos, Y sus misericordias sobre todas sus obras.” Dios es tan bueno contigo y conmigo, aún en las cosas tan simples como que el sol vuelva a salir, que podamos tener salud, o el asombroso hecho de ser sus hijos. Te animo a que cada día de esta semana que inicia te tomes un tiempo para agradecerle por cada detalle que Él tiene contigo. Recuerda, sin importar la situación que estés pasando o el problema que estés enfrentando, ¡Dios es bueno y está contigo!



El día de hoy quiero hablarte sobre entregarle a Dios tus sueños, proyectos, ilusiones, planes, y, en resumen, tu vida. Pablo dice en Filipenses 1:21, “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” En el mundo cristiano generalmente escucho que se le hace énfasis principalmente a la parte de morir por Cristo, de ser mártires por el evangelio, de estar dispuesto a pagar el precio, etc. Sin embargo, no puedo evitar notar la falta de estudio y análisis en la primera parte del versículo, “Porque para mí el vivir es Cristo…” No me malinterpretes, es necesario estar listo para morir por el evangelio (quiero pensar que estás dispuesto a hacerlo), pero es igual de importante estar dispuesto a vivir por Él. Cuando te digo vivir por Cristo, quiero decir renunciar TOTALMENTE a ti, a tus sueños, a tus planes, para ahora vivir la vida, los sueños, y los planes de Jesús. Tus anhelos, los planes que tenías para tu vida, tus objetivos en la vida, TODO lo que tú eres y llegarás a ser queda rendido ante la voluntad de Cristo. Romanos 12:1 dice, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” Un sacrificio era puesto en el altar y consumido por el fuego para poder elevar un aroma grato al Rey. Ya tratamos el aspecto que Dios dio todo por nosotros, pero a veces nosotros batallamos para darle todo a Él. Seguimos teniendo como prioridad lo que nosotros queremos, sin preocuparnos por qué es lo que Él quiere para nuestras vidas. Dios te creo con un propósito, pero nunca lograrás alcanzarlo a menos que renuncies a tu vida y a tus planes. Podrás pasar tu vida con Dios, tener una relación con Él, e ir al cielo al morir. Sin embargo, esto no quiere decir que cumpliste el propósito por el cual Dios te trajo a la tierra. Mucha gente cristiana muere sin haber cumplido su propósito porque les importó más su agenda personal que la agenda del Padre. En Isaías 55:8-9 Dios nos dice, “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” Dios puede tener planes para tu vida que para ti suenan totalmente descabellados y fuera de tu propia visión para tu vida. La opinión y los planes de Dios siempre van a chocar con el razonamiento humano por la simple razón que nosotros somos carne, y Él es Espíritu. Dios muchas veces en la Biblia cambió los planes del hombre a fin de que pudiera seguirle para cumplir Su agenda y que este alcanzara su propósito. Todo se decidió en si aquellos hombres y mujeres estaban dispuest@s a renunciar a si mism@s para vivir por Dios. El cristianismo no es algo que podamos vivir a la Frank Sinatra, “...a mi maneraaaa.”

Gálatas 2:20 dice, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” ¡Que fuerte que ya no seas tú el que va a vivir “tu” vida! ¿Ahora entiendes por qué en cierta manera la primera parte de Filipenses 1:21 es la mas fuerte? Estamos hablando de una rendición TOTAL y sin reservas a Dios, en la cual ya no tenemos espacio para nosotros mismos.  Con Dios no hay punto medio; Dios no puede usar media, un cuarto, o dos tercios de una vida. Él solo usa a aquellos que están dispuestos a morir a sí mismos para agradarle y cumplir Sus sueños. Puede que te preguntes, “Bueno, ¿pero por qué Dios tiene este derecho sobre mí?” Bueno mi amigo, Jesús pagó tu rescate con la divisa más valiosa y preciada del universo y la eternidad misma: Su sangre. 1 Corintios 6:20 afirma, “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” ¡Puesto que fuiste comprad@ por Dios, eres de su propiedad! Dios estuvo dispuesto a pagar ese precio por ti, cosa que nadie estuvo dispuesto a hacer. Es ilógico pensar que tenemos voto o poder sobre nuestras vidas para poder escoger qué es lo que queremos hacer con nuestra vida. Si nada fue demasiado costoso para que Dios no se arriesgara a salvarte, ¿por qué no rendirte completamente a Él?


Puede que después de leer esto me digas, “¿Y que lugar queda para mí?” Tu lugar es exactamente donde Dios ha querido que estés desde antes que nacieras: en el centro de su corazón y voluntad.  Quiero compartirte tres beneficios de rendirte por completo a Dios. Primero, tu rendición a Dios trae como consecuencia un derramamiento de su gracia y unción para que seas capaz de vivir por Él. Nosotros en nuestras propias fuerzas somos incapaces de vivir para Él. 2 Corintios 2: 8 dice, “Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra.” Dios mismo será el que te ayude a caminar con Él, motivándote y respaldándote en cada momento de tu vida. Jesús no es un dios lejano, sino un Dios personal e íntimo para aquellos que caminan conforme a su propósito. El segundo es que encontrarás la verdadera satisfacción y felicidad de saber que no hay mejor cosa que caminar de acuerdo a la voluntad de Dios. Pablo la describe en Romanos 12:2 como, “…buena, agradable, y perfecta.” Cuando veas como los años pasan, podrás sentir la satisfacción y plenitud de estar cumpliendo el plan de Dios para tu vida, y que al hacerlo eres más feliz y realizad@ de lo que podrías haber estado si hubieras escogido tu propio camino. Tercer punto y con este cierro, llegarás a la meta sabiendo que corriste la carrera de la manera que Dios quiso que la corrieras. 2 Timoteo 4:7 dice, “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe.” Pablo tenía la satisfacción de saber que no solo había creído en Jesús para vida eterna, sino que había cumplido su propósito por el cual Dios lo había enviado a la tierra. Había terminado su carrera, había llegado a la meta, había llegado al punto culminante de su vida: su destino. 

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